Había
una vez un gato, que enterado que en un viejo caserón de la
vecindad abundaban los ratones, se trasladó a él, pensando en darse
un gran banquete con esos animalitos. Efectivamente, les iba poniendo trampas,
uno por uno se los iba comiendo, los ratones, atemorizados, cada
vez se iban internando más y más en sus ratoneras y no se animaban a salir ni
para tomar un poco de aire fresco.El gato viendo
que no podía seguir dándoles caza a los ratones, pensó
tenderles una trampa, para que aparecieran.
Entonces, subiéndose a una viga de madera que cruzaba el alto
techo del caserón, se colgó de ella, haciéndose el muerto.Luego sucedió, que uno de los infelices roedores,
al no oír ningún ruido, pensó: ¿se habrá muerto
el gato? Asomó su cabeza y, viéndolo colgado al pérfido felino,
les dijo a sus amigos que salieran para volver a vivir en paz, en ello el
felino al ver que los roedores habían caído en su trampa, se descolgó de la
viga y fue a perseguirlos. Los ratones se vieron atrapados en un callejón sin salida, intentaron
e intentaron encontrar un hueco por donde huir pero no lo consiguieron, el
felino con una mirada perversa en sus ojos, miro uno por uno a cada roedor, fue
a cazarlos felizmente, y se los iba comiendo lentamente, cuando se iba a comer,
el ultimo roedor le propuso un tratado de paz un poco retorcido….
-¿Qué
te parece si yo te ayudo a cazar roedores? Y me dejas en paz.
-Me parece, pero si rompes ese trato yo seré el que te mate.Así el roedor y el felino vivieron en paz y armonía, se rumorea que el gato se cansó del roedor y lo traiciono, el felino definitivamente fue un traidor, pero el roedor nunca debió confiar en él.
FIN